martes, 9 de septiembre de 2008

¿2009 vs. 2011?

Mucho se ha dicho sobre la importancia de las elecciones de renovación parlamentaria del año próximo.  Es posible que el gobierno nacional tenga dificultades para revalidar sus títulos mayoritarios luego de las tormentas de los últimos meses.  El concepto más difundido es que cuando las elecciones son de medio término, deben aprovecharse como una primaria abierta de la oposición.  Es decir que se debe propender a que las diversas expresiones políticas concurran a la elección con sus propias banderas y listas para competir entre sí y de ese modo facilitar los criterios que permitan eventuales asociaciones por afinidad para la elección presidencial.
Sin embargo, nos encontramos frente a un problema mayor:  Nuestras vecindades políticas se encuentran abrumadas por un gobierno que ha extraviado el rumbo y nos demandan rápidas respuestas.  Es decir reclaman la rápida organización de un proyecto que sea alternativa de poder en el 2011, para ello aspiran a que las expresiones políticas no peronistas, sean capaces de unificarse para dar una batalla electoral común.   Este pedido responde a la lógica de la situación política, sin embargo presenta algunas dificultades.
Las fuerzas que integran la oposición compiten por los mismos votantes, en su mayoría provenientes de las hoy menguadas filas de las coaliciones triunfantes en 1983 y 1999.  Dicha competencia estuvo signada por la capacidad de sus líderes para presentarse como diferentes a los restantes integrantes del partido que derrotó al Justicialismo en ambas oportunidades; sin perjuicio de las altas responsabilidades que pudieron haber tenido en los respectivos gobiernos, se diferenciaron y lograron que los vasos comunicantes del voto popular les otorgaran una importante representación.  Pero los éxitos electorales que obtuvieron, fueron victorias a lo Pirro, que se convirtieron en derrotas cuando fueron incapaces de organizar fuerzas políticas competentes.  En efecto, perdieron en la política real el terreno conquistado en las urnas: renuncias a las bancas y a los partidos que fundaron, pérdida de decenas de legisladores que cargaron sus bancas en el equipaje y partieron hacia otros rumbos, son algunas señales que demuestran que dichos proyectos fracasaron a la hora de la vertebración de partidos previsibles y eficaces para representar la sociedad.  Prueba de ello es el debate sobre las retenciones al sector agropecuario, que tuvo en las bancadas del partido radical la columna vertebral de la representación política y es precisamente en la UCR donde radican las esperanzas populares de contar con un Congreso que contenga el avasallamiento de las instituciones y las atropelladas del gobierno nacional.
Paradojal pero indiscutible es la circunstancia que se produjo en estos meses.  Después de años de funcionar como escribanía del poder de turno, el congreso estuvo a la altura de los acontecimientos y se plantó ante el poder ejecutivo despertando las esperanzas de amplias capas de la población que se sintieron representadas y apreciaron como funciona una República.
Las elecciones del año próximo son de renovación parlamentaria y en eso reside la fortaleza de nuestra propuesta.  De nuestra sensatez depende la presentación de una oferta electoral atractiva cuyos candidatos se consideren integrantes de una colectividad política amplia, pero comprometidos con fines superiores de realización del ideal de justicia. 
Basta de liderazgos providenciales y salvadores, basta de profetas del aislamiento, basta de dirigentes que se esfuerzan en someter el partido a sus fines personales.  
Ahora llegó el momento de poner en valor nuestra herramienta, la UCR; pero ello depende del comportamiento de cada uno de nosotros, hay que romper la falsa ilusión de que hay dueños de la verdad, hemos probado de todo en los largos años en que sufrimos la incompresión popular.
El momento actual nos convoca a todos en la empresa superior de reconstruir la coalición social y política del 83.  Nuestros votantes cambiaron muchas veces su voto desde que comenzara la diáspora en 1995, pero sembraron esperanzas y cosecharon decepciones.  Así es que debemos dirigirnos a ellos con respeto, sin aullidos, en voz tan baja como firme.  Ellos también necesitan de la salud política y de la fortaleza de la UCR.  
Estos son los materiales con que debemos pavimentar el camino para el 2011.  Si no hay una recuperación significativa de la votación radical en el primer turno de 2009, la elección presidencial se alejará irremediablemente.  No nos embarullemos cuando nos pidan el nombre del candidato, faltan años para eso, surgirá del calor de la lucha de este tiempo difícil de los próximos años.  Llamemos a descreer de las estrellas fugaces que hoy son rutilantes y mañana se deprimen y renuncian, convoquemos a la edificación de una organización política sólida, capaz de gobernar, de llevar a cabo con sensatez las mediaciones sociales y de conducir a mejor destino a un país complejo, grande, plagado de carencias y de desigualdades.
Transitemos el camino de la política popular, de la militancia, de la representación de sectores sociales vastos y heterogéneos, esa es nuestra fortaleza.  Quienes abandonan la acción política en el seno de los sectores populares, podrán cosechar prestigios dudosos y efímeros, pero está muy claro que renuncian por anticipado a la lucha por el poder.    

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