miércoles, 24 de septiembre de 2008

Las puertitas de Julio Cobos

El Vicepresidente de la Nación desempeña un activo papel en la política de los últimos meses. Esto, que puede parecer inesperado para quienes le auguraban una oscura presidencia del Senado durante los cuatro años de mandato de Cristina, no es inesperado en absoluto para él, por el contrario, quien fue capaz de tomar la decisión de romper la coalición gobernante en un momento decisivo para el Kirchnerismo, está bien acostumbrado a tomar decisiones drásticas.

Prueba de ello fue cuando recibimos la mala noticia que nos dio su pase de la gobernación radical de Mendoza a la integración de la fórmula del Frente para la Victoria. De manera tal, que el Ingeniero Cobos ya no tiene que demostrar coraje ni capacidad de practicar la política moderna, con acciones de alto impacto que implican riesgos y demandan coraje. Si en cambio tiene que demostrar otras destrezas, a las que estaremos muy atentos, porque nuestra frustrada y efímera experiencia con Lavagna nos tiene muy advertidos y curados de espanto.

En efecto hay que resaltar que la lucha por el poder no es personal y deportiva, sino un medio para cumplir con finalidades superiores. El objetivo es llevar a la práctica las ideas y el programa, el medio es el poder y el instrumento son los partidos políticos. Confundir esas variables degrada la política. Las grandes transformaciones fueron conducidas por líderes forjados en años de intemperie que condujeron partidos y organizaciones complejas, nunca fueron repentinos estallidos de "15 minutos de gloria".

Así que el Ingeniero Cobos en los próximos meses elegirá alguna de las puertas que tiene disponibles y a su alcance. Nosotros, poco podemos hacer mientras tanto.
Solo podemos, mediante pequeñas contribuciones, tratar de enriquecer su nutrida agenda, aceptando que no todos coincidan con el punto de vista que expresamos.

1.- No merece la pena conquistar el poder como una empresa individual, sin un partido político con historia e ideas de referencia. La tentación de conquistar el ejercicio del gobierno como una potestad personal, lleva inexorablemente al aislamiento narcisista, al autoritarismo, a la corrupción y finalmente a la derrota.
Fujimori y Collor de Mello no son los únicos ejemplos. A veces aparecen líderes partidarios que se creen providenciales, dan la espalda a sus partidos y sucumben.

2.- Las opciones que se encuentran frente a Cobos, pueden resumirse en dos. Una es la del amor a la política como actividad gregaria, a la lucha de ideas, a la identificación con las causas justas, a la paciente y laboriosa construcción del instrumento partidario; la otra, en cambio es auto referente, aspira a aprovechar la oportunidad electoral, es repentista y se consume en el presente. Pero por sobre todas las cosas, esta última opción es solitaria y simplificadora.

3.- El premio que recibían hace poco los que se retiraban del radicalismo para formar otros micro emprendimientos era grande, se llenaron de votos que no pudieron sustentar, menos aún pudieron construir partidos políticos respetables. Hoy, en cambio las tendencias cambiaron, se demandan partidos previsibles para llevar adelante las delicadas misiones políticas que vienen por delante. Hace falta la militancia de miles, para subsanar los desastres provocados por el poder concentrado de estos años.
Una figura favorita, equipos de gobierno de alquiler, legisladores contratados por agencias de colocaciones, no son nuestro proyecto, ni el de Cobos, ni el de nadie que tenga una concepción de la democracia como amplio programa de acción.

4.- La política contiene a la competencia, pero la lucha por el poder es tan compleja como la realidad del mundo en que vivimos, excede largamente las respetables idoneidades personales. Una campaña electoral eficiente consiste en tres meses para captar la atención de los votantes, no es la práctica política cotidiana. Construir un partido político fuerte, serio y representativo es más importante que ganar una carrera, porque ya hemos visto como nos va cuando no hay debate interno y los candidatos se consideran infinitamente más importantes que las organizaciones que los sustentan.

Para finalizar, diré que a los radicales nos toca reconstruir nuestro partido, desde cualquier lugar donde hayamos quedado luego de los tormentosos comienzos de la década. Si el Ingeniero Cobos, como dice la prensa se apresta a ser el fundador de otro partido político, se estaría equivocando, o por lo menos estaría transitando un camino que recorrieron muchos desde la última década del Siglo XIX. A ellos hay que buscarlos en la historia, no se encuentran con facilidad, fueron efímeros. La UCR, en cambio ha seguido siendo una referencia insoslayable de la política argentina y lo es hoy a pesar de que a muchos les convengan los candidatos inofensivos que solo existen en la “caja del living”.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Bolivia

La integridad territorial de Bolivia se encuentra cuestionada.
En efecto su régimen constitucional de carácter unitario parece insuficiente para contener la desigualdad de ingresos entre algunos territorios sumergidos y otros que viven una gran expansión económica provocada principalmente por los recursos naturales que disponen.
Basicamente el altiplano empobrecido con sus yacimientos minerales extenuados y una medialuna subtropical que recorre el país de Sur a Norte por el Este donde abunda el petróleo, el gas y el desarrollo.
Sin embargo una rápida mirada nos permite advertir que en el pasado fue a la inversa, que el Alto Perú estuvo basado en la impresionante riqueza minera del Cerro de Potosí, que los españoles agotaron mientras abusaban de la explotación de los indígenas. Que con posterioridad llegaron los Patiño, los barones del estaño que "reinaron" en Oruro, mientras una seguidilla de golpes militares garantizaba su sobrevivencia.
Que fracasaron las revoluciones agrarias impulsadas por el MNR en la década del 50, porque el dilema de la improductividad terminó con la preeminencia de la siembra de coca que multiplicaba varias veces el precio que los productores cobraban por la papa y los restantes cultivos convencionales.
Derrotados que fueron los militares en toda América, le tocó a la insegura democracia Boliviana ensayar las recetas neoliberales que hicieron estallar el sistema político. La democracia fue testigo de la licuación de los partidos tradicionales y las centrales obreras que habían protagonizado por años la vida polìtica del altiplano.
El emergente fue Evo Morales, su representación: los campesinos e indígenas postergados, fue la reivindicación del país profundo, de la mayoría que adquiría su propia voz. El contexto en apariencia favorable por la revalorización de los precios de las materias primas que produce Bolivia, permitía pronósticos optimistas. Sin embargo un estado débil y una nación fragmentada alumbraron una crisis sin precedentes que contiene todos los elementos para constituir una grave preocupación.
Nada falta: tensiones separatistas, fragilidad institucional, reformas constitucionales plesbicitadas por el gobierno, y un enorme interés de la región por los tesoros que alberga su subsuelo. Disponer de abundantes recursos energéticos es muy ventajoso en años de escasez pero al mismo tiemo puede resultar peligroso por las consecuencias locales y regionales de la súbita riqueza. Brasil es propietario de yacimientos y gasoductos, Venezuela tironea hacia el Alba (la asociación con Cuba), Chile y Perú son rivales históricos con importantes conflictos limítrofes y Argentina con años de política exterior de baja intensidad, configuran un panorama poco esperanzador.
Por eso hoy más que nunca hay que machacar sobre los conceptor más simples y profundos: Respeto a la ley de la mayoría que representa el presidente Morales, respeto a las reglas constitucionales y republicanas y principalmente garantía irrestricta a la integridad territorial de nuestro vecino. Hay que condenar la libanización y el segregacionismo y hay que tomar compromiso solidario con la estabilidad de la región.
El simplismo miope, mira desde la Argentina hacia el noroeste pensando en la provisión de gas. Sin embargo, la agenda es más rica y compleja: contiene problemas migratorios, ambientales, de lucha contra el tráfico ilícito de estupefacientes, de cooperación en el control del espacio aéreo y la administración de fronteras conflictivas.
Nuestro gobierno, como casi siempre, está ausente sin aviso, es la diplomacia brasilera la que tomó a su cargo acompañar con responsabilidad la estabilidad de nuestro vecino.

lunes, 15 de septiembre de 2008

La justicia y la política

Cuando los funcionarios son acusados de cometer actos de corrupción, invocan el principio de inocencia y dicen: "esperemos que se expida la justicia".
Cuando un Ministro no quiere reprimir una protesta que le resulta favorable dice: "ningún Juez ordenó la acción policial"; cuando en cambio la movilización le resulta inconveniente dice: "la policía debió restablecer el órden, pasamos las actuaciones a la justicia competente".
Cuando un diputado abomina de una medida de gobierno, denuncia a los funcionarios por haber cometido delitos y los querella.
Cuando se les reprocha que Antonini Wilson salió del país dicen: "la justicia lo permitió", cuando quieren desprestigiar los dichos de los testigos en el Juicio que se lleva a cabo en EEUU dicen: "defendemos la justicia argentina".
La Justicia, entonces dejó de ser un sustantivo esencial para convertirse en un adjetivo de conveniencia.
Mucho se ha escrito sobre la independencia y la imparcialidad de los jueces, admitamos que es un valor entendido en nuestra sociedad. También mucho se ha escrito sobre el peligro que entraña el gobierno de los jueces, o sea que ellos deben interpretar y aplicar la Ley, no dictarla.
Pero lo que nunca se ha visto es que oficialistas y opositores pretendan hacer política colgados de los pantalones y/o polleras de los magistrados judiciales. Esto es inadmisible.
Sin embargo, cada vez más se judicializa la política.
Veamos: Un vecino, un periodista, un diputado, un ministro y un juez se expiden sobre un hecho.
Cada uno de ellos tomará los datos disponibles, los convertirá en información y sacará sus conclusiones.
El vecino con el fin de comunicar su opinion ciudadana resolverá aplaudir, protestar o cambiar su voto para la siguiente elección; el periodista luego de cerciorarse con dos fuentes y utilizando el verbo en modo potencial, lo publicará; el diputado mejorará sus iniciativas legislativas o ejercerá las potestades investigativas y de control que la constitución le asigna; el ministro incorporará sus conclusiones a la administración de su cartera y a los comportamientos de sus subordinados; el Juez, en cambio luego de que se cumplan todos los principios y garantías del procedimiento, decidirá si el acusado es culpable o inocente, es decir si va preso o permanece en libertad, o si los bienes reclamados pertenecen a éste o a aquel de los contendientes.
En nuestro cambalache, en cambio, todo se ha trastocado.
Si el financiamiento de la campaña es sospechoso, ¿que hay que esperar del Juez?, si Antonini Wilson es un declarado enemigo del Gobierno, asociado con potencias extranjeras que se ocupan de desestabilizar dos gobiernos sudamericanos, ¿Por qué se fue como Pancho por su casa luego de disfrutar de su condición de huesped oficial?
Me parece que ha llegado la hora de distinguir las cosas. Que los ciudadanos opinen lo que quieran de acuerdo con la información de que disponen, que los periodistas informen con responsabilidad, que los diputados pidan informes, interpelen, investiguen para proyectear las mejores leyes. Pero por favor que los Ministros
organicen las reparticiones a su cargo de manera inmediata, sin escudarse en lo que los jueces dijeron o dejaron de decir. Por definición el Juez recién actúa con posterioridad al delito, no podría hacerlo antes. Si debe hacerlo es porque algo no funciona, la policía está sin reglamento ni autoridad para impedir el daño y restablecer el orden, y nuestra Corte Suprema debe ocuparse de las jubilaciones y del saneamiento del Riachuelo frente a la morosa inacción del Gobierno.
Martín Fierro que como todos se acuerdan desconfiaba del Juez por sobrados motivos les diría que no lo menten tanto ni lo manoseen, porque la partida les puede salr tan mal como a él.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Otra vuelta de tuerca

La crisis financiera internacional que comenzó a mediados de 2007 con el problema de las hipotecas en EEUU no encuentra su piso. A pesar de haber leído varios titulares que anunciaban su final, sigue provocando importantes consecuencias con indudables repercusiones para la Argentina.

Dichas consecuencias son variadas y serían de bajo impacto si el gobierno nacional hubiera administrado con mayor responsabilidad los años de bonanza que se disiparon entre las nieblas que provocan la inflación, el abuso de los subsidios y el cortoplacismo.

Parece una marca indeleble del peronismo: sacrificar el futuro en el altar del presente. Sin apreciar que el presente se esfuma cuando las señales para el futuro no resultan consistentes, o al menos todo lo consistente que los mercados reclaman.

La verdad sobre el conflicto con el campo quedó en la penumbra: El gobierno necesitaba más dinero para atender sus compromisos financieros del 2008, es decir la caja no era tan robusta como la pintaban. Entonces comienza la lógica de la crisis y los famosos círculos viciosos. Los economistas exigen al gobierno políticas que den confianza para lo cual habría que disminuir los subsidios y aumentar los precios y tarifas con lo cual aumentaría la inflación. Los industriales reclaman mayor protección cambiaria, lo que aumentaría los precios de las importaciones y ello redundaría también en mayor inflación. Los mismos dilemas se multiplican en cada una de las acciones posibles. El país ha cambiado súbitamente. Se parece más al que conocimos antes, el gobierno tendrá que sacar tarjetas amarillas y rojas, deberá decir que no, algo que no hizo en los últimos cinco años, en que pudo satisfacer todas y cada una de las demandas que afloraron a la superficie de la sociedad.

¿Podrán, sabrán, querrán? Este es el problema, pues quienes queremos firmemente que la presidenta termine su mandato en una Argentina que por lo menos vaya tan bien como Uruguay, Chile y Brasil, estamos azorados por la pérdida vertiginosa de poder, prestigio e idoneidad del gobierno para encarar esta coyuntura. Nada parece salir bien, bonos a Chaves y papelón financiero, pago unilateral al Club de París en actitud de fortaleza y todos lo consideraron un gesto de debilidad. De modo que el gobierno se exhibe con flaquezas para encontrar un rumbo y la coalición política que le dio el impresionante triunfo electoral del año pasado se encuentra resquebrajada y en franco retroceso.

Enfrente solo se encuentra el Radicalismo y su diáspora de votantes y dirigentes. La fortaleza de este partido, sus estilos, valores, programa y organización son el único antídoto para evitar que el peronismo como el ave fénix vuelva a travestirse a sí mismo y las conocidas estructuras sindicales y políticas cambien de rubro y se presenten como nuevos salvadores de la patria. Siempre como si nada hubieran tenido que ver con la etapa anterior, peor aún, considerando que los gobiernos anteriores que integraron y apoyaron fueron lo contrario de lo que ahora proponen. ¿Nunca se preguntaron la razón por la cual las estrellas del firmamento Kirchnerista nunca nos explicaron por que apoyaron con el mismo fervor a Menem y a Duhalde? Pues la respuesta es simple: Porque lo mismo hizo su actual jefe sin empacho alguno.

Ahora bien entre el defecto oportunista de quienes impunemente predican lo opuesto a lo que sostenían ayer, y las tendencias autodestructivas de los radicales que empleamos la mitad del tiempo en disculpar nuestros errores, resaltando en mordaces luchas internas los defectos de nuestros correligionarios hasta inutilizarlos como actores políticos, hay una distancia que se debe transitar con sensatez.

Debemos dejar de ser nuestros principales enemigos, recuperando un espíritu de cuerpo indispensable para luchar por el poder y servir a la nación. Debemos mejorar la organización partidaria para que pueda ser anfitriona de los que se fueron desde 1995.

Debemos abandonar los localismos políticos que esterilizan la acción nacional del partido; nuestros candidatos a gobernadores e intendentes comprenderán pronto que nada mejor para potenciar sus candidaturas locales que un partido nacional que tenga respuesta para los grandes problemas nacionales y se enriquezca con la representatividad insuperable de nuestra valiosa militancia desplegada en todo el territorio del país.

martes, 9 de septiembre de 2008

¿2009 vs. 2011?

Mucho se ha dicho sobre la importancia de las elecciones de renovación parlamentaria del año próximo.  Es posible que el gobierno nacional tenga dificultades para revalidar sus títulos mayoritarios luego de las tormentas de los últimos meses.  El concepto más difundido es que cuando las elecciones son de medio término, deben aprovecharse como una primaria abierta de la oposición.  Es decir que se debe propender a que las diversas expresiones políticas concurran a la elección con sus propias banderas y listas para competir entre sí y de ese modo facilitar los criterios que permitan eventuales asociaciones por afinidad para la elección presidencial.
Sin embargo, nos encontramos frente a un problema mayor:  Nuestras vecindades políticas se encuentran abrumadas por un gobierno que ha extraviado el rumbo y nos demandan rápidas respuestas.  Es decir reclaman la rápida organización de un proyecto que sea alternativa de poder en el 2011, para ello aspiran a que las expresiones políticas no peronistas, sean capaces de unificarse para dar una batalla electoral común.   Este pedido responde a la lógica de la situación política, sin embargo presenta algunas dificultades.
Las fuerzas que integran la oposición compiten por los mismos votantes, en su mayoría provenientes de las hoy menguadas filas de las coaliciones triunfantes en 1983 y 1999.  Dicha competencia estuvo signada por la capacidad de sus líderes para presentarse como diferentes a los restantes integrantes del partido que derrotó al Justicialismo en ambas oportunidades; sin perjuicio de las altas responsabilidades que pudieron haber tenido en los respectivos gobiernos, se diferenciaron y lograron que los vasos comunicantes del voto popular les otorgaran una importante representación.  Pero los éxitos electorales que obtuvieron, fueron victorias a lo Pirro, que se convirtieron en derrotas cuando fueron incapaces de organizar fuerzas políticas competentes.  En efecto, perdieron en la política real el terreno conquistado en las urnas: renuncias a las bancas y a los partidos que fundaron, pérdida de decenas de legisladores que cargaron sus bancas en el equipaje y partieron hacia otros rumbos, son algunas señales que demuestran que dichos proyectos fracasaron a la hora de la vertebración de partidos previsibles y eficaces para representar la sociedad.  Prueba de ello es el debate sobre las retenciones al sector agropecuario, que tuvo en las bancadas del partido radical la columna vertebral de la representación política y es precisamente en la UCR donde radican las esperanzas populares de contar con un Congreso que contenga el avasallamiento de las instituciones y las atropelladas del gobierno nacional.
Paradojal pero indiscutible es la circunstancia que se produjo en estos meses.  Después de años de funcionar como escribanía del poder de turno, el congreso estuvo a la altura de los acontecimientos y se plantó ante el poder ejecutivo despertando las esperanzas de amplias capas de la población que se sintieron representadas y apreciaron como funciona una República.
Las elecciones del año próximo son de renovación parlamentaria y en eso reside la fortaleza de nuestra propuesta.  De nuestra sensatez depende la presentación de una oferta electoral atractiva cuyos candidatos se consideren integrantes de una colectividad política amplia, pero comprometidos con fines superiores de realización del ideal de justicia. 
Basta de liderazgos providenciales y salvadores, basta de profetas del aislamiento, basta de dirigentes que se esfuerzan en someter el partido a sus fines personales.  
Ahora llegó el momento de poner en valor nuestra herramienta, la UCR; pero ello depende del comportamiento de cada uno de nosotros, hay que romper la falsa ilusión de que hay dueños de la verdad, hemos probado de todo en los largos años en que sufrimos la incompresión popular.
El momento actual nos convoca a todos en la empresa superior de reconstruir la coalición social y política del 83.  Nuestros votantes cambiaron muchas veces su voto desde que comenzara la diáspora en 1995, pero sembraron esperanzas y cosecharon decepciones.  Así es que debemos dirigirnos a ellos con respeto, sin aullidos, en voz tan baja como firme.  Ellos también necesitan de la salud política y de la fortaleza de la UCR.  
Estos son los materiales con que debemos pavimentar el camino para el 2011.  Si no hay una recuperación significativa de la votación radical en el primer turno de 2009, la elección presidencial se alejará irremediablemente.  No nos embarullemos cuando nos pidan el nombre del candidato, faltan años para eso, surgirá del calor de la lucha de este tiempo difícil de los próximos años.  Llamemos a descreer de las estrellas fugaces que hoy son rutilantes y mañana se deprimen y renuncian, convoquemos a la edificación de una organización política sólida, capaz de gobernar, de llevar a cabo con sensatez las mediaciones sociales y de conducir a mejor destino a un país complejo, grande, plagado de carencias y de desigualdades.
Transitemos el camino de la política popular, de la militancia, de la representación de sectores sociales vastos y heterogéneos, esa es nuestra fortaleza.  Quienes abandonan la acción política en el seno de los sectores populares, podrán cosechar prestigios dudosos y efímeros, pero está muy claro que renuncian por anticipado a la lucha por el poder.    

lunes, 8 de septiembre de 2008

Los dilemas del Panradicalismo

Cuando comencé a militar, luego del derrocamiento de Illía, no todas eran mieles en la vida del partido. Por el contrario, los reproches estaban a la órden del día y en medio de la "expectativa esperanzada" con Onganía a la que había convocado el Peronismo, la resurrección partidaria parecía una misión imposible.
Nuestra subcultura UCRP, estaba marcada por la lucha contra nuestros primos de la UCRI: Los Frondicistas en sus diversas variantes. Tan lejos llegaba esa convicción que el adjetivo Frondicista era considerado una insultante apreciación sobre las condiciones de quien lo merecía, ya se tratara de los principales líderes o del médico del pueblo que se había entusiasmado con el desarrollismo.
En esos debates anduvimos hasta que para "recuperar la vocación mayoritaria del radicalismo", recién en 1983, logramos colectar la totalidad del espectro radical. No hubo reproches ni autocríticas, primó el respeto a la prioridad absoluta. Un radicalismo dividido aseguraba el triunfo del justicialismo, la vigencia de la autoamnistía que se habían regalado los militares en retirada y la gobernación de la Provincia de Buenos Aires para Herminio Iglesias.
No es verdad que la historia se repite, pero si es fácil detectar la calidad de los debates políticos. Hay debates creativos, llenos de riqueza conceptual y también los hay obvios, aburridos y decadentes.
La coalición del 83 se fue desgajando, primero fueron pequeñas grietas y luego se abrieron las compuertas que arrastraron primero los votantes y después los dirigentes. Hoy tenemos el deber de reconvertir nuestro partido en una herramienta útil para luchar por el poder, ese es el reclamo de nuestros compatriotas.
El fracaso de la Alianza con el Frepaso no nos excusa de la falta de consistencia del gobierno del 99, pero sí demuestra que el camino que parece más sencillo no es el que sirve: Una asociación electoral que realice una suma algebraica de partidos opositores con el radicalismo actual, será una nueva frustración. En efecto, el momento de coaligar opositores llegará, pero será exitoso recién después que los radicales unidos podamos constituirnos en una fuerza arrolladora e imparable que sea capaz de enfrentar al peronismo en toda la geografía humana del país.
Esa es la próxima empresa relevante, la que puede marcar con tinta indeleble nuestra historia. No se trata de la empresa que permita a respetables biografías conquistar bancas en la próxima elección de renovación parlamentaria, sino la que interprete las actuales necesidades políticas del pueblo argentino.
El imperativo del 2008 es conjugar los verbos del diálogo y de la tolerancia. Abandonar el deporte de la confrontación interna, principalísima causa de nuestras desgracias. Ser capaces de apreciar donde se encuentra el oponente, adquirir la más elemental de las sabidurías que es la capacidad de lograr que lo accesorio siga la suerte de lo principal.
En los tiempos recientes el que se alejaba del radicalismo, tenía premios e incentivos, en la actualidad, en cambio, podría ser al revés. De nosotros depende.