martes, 30 de septiembre de 2014

La Migración a la tv digital: falta un plan serio



Después de más de cuatro años sin ocuparse del asunto, llegó para la AFSCA el momento de dar impulso a la televisión digital. La cercanía del plazo de 2019 para dejar de emitir en el antiguo sistema analógico y la inminencia acuciante del cambio de gobierno en 2015, precipitaron en las últimas dos semanas decisiones adoptadas a las apuradas para implementar un plan de migración a la tv digital con obligaciones impuestas por la Ley de Medios tan celebrada como incumplida.
Se percibe una cierta frustración y languidez en la cruzada “desmonopolizadora” y una necesidad de llevar alguna ofrenda al altar del cuarto aniversario de una norma tan idolatrada como denostada que hasta el presente se mostró incompetente  para concretar el cumplimiento de los fines que se propuso.
La televisión, como la recordamos quienes tenemos más edad que los servicios de cable, era una pantalla lluviosa, de baja definición que obligaba a piruetas en el techo para orientar la antena en dirección a la emisora que queríamos ver con mayor nitidez.   El campeonato mundial de fútbol de 1978 trajo el color (que en los hogares se comenzó a sintonizar desde 1980), ya había antenas colectivas en los edificios de las grandes ciudades, y en ese contexto cuatro o cinco canales en la capital y uno o dos en el interior del  país eran la fuente de información, cultura, y entretenimiento.
En los ochenta, la irrupción de los servicios de cable cambió totalmente el panorama. En los edificios porteños el conducto que traía el cable desde la antena de la terraza, invirtió su sentido y trajo un cable que era portador de señales electromagnéticas que nos permitían ver de modo correcto y sin interferencias los canales de aire e infinitas señales y sin darnos cuenta, todo cambió.  Una cuota mensual y el mundo en la pantalla.
Pero ese cable no fue el único, llegó otro que nos conectó con internet y otro más, transfigurado que compitió con él: el viejo cobre del teléfono. Enseguida servicios pagos que llegaban directamente del satélite a un decodificador casero.  Donde el cable terminaba y raleaba el tejido urbano, aparecieron  otros decodificadores terrestres que proveen también televisión e internet. Luego llegó  la independencia del cable físico, y el WiFi nos liberó de los cables en el hogar y en las plazas, y repentinamente las pantallas se unifican y la computadora,  el teléfono celular y el televisor del living transmiten en simultáneo y esa explosión de todas las pantallas en una, produce una revolución que proviene de las comunicaciones pero impregna de manera impresionante la vida cotidiana.
Ahora estamos frente a una nueva posibilidad: ver televisión abierta de altísima calidad, en forma directa y gratuita, sin necesidad de cable, ni de  pagar la cuota a ninguna empresa, en casa, en los medios de transporte y en el celular. Esas son las prestaciones de la televisión digital. Hará falta una importante inversión de los canales en equipamiento para transmitir en digital y mayor cantidad de antenas emisoras para garantizar la recepción en toda el área de cobertura.  Recién entonces, cuando las familias reemplacen los antiguos receptores analógicos, las emisiones completen su digitalización y la cobertura se convierta en universal, los usuarios dispondrán de un derecho más: podrán decidirse entre continuar con los servicios pagos con señales abundantes o mudar a la televisión abierta disponible en su lugar de residencia.   Párrafo aparte y pertinente es la incertidumbre que provoca la acelerada difusión de la banda ancha y la abundancia de contenidos audiovisuales en la web.

El Estado Nacional llevó a cabo una gran inversión, presta el servicio de manera despareja en todo el país pero su programación es tan sectaria como 6, 7 y 8. La TV digital hoy sólo sintoniza los canales estatales y las señales afines al gobierno que emite sin matices las mismas noticias todo el tiempo, y se encuentran en abierta violación a la ley vigente.  Machacan oficialismo mientras  reciben indiferencia y bajo encendido.
Hace unos años cuando el actual vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires era el titular de la Afsca, se convocó a un concurso para más de doscientas frecuencias de televisión digital y fracasó. Se prometía diversidad y nuevos emisores, para lo cual se ofrecían segmentos de canales radioeléctricos con el estado como encargado de la transmisión.
Ahora se propone un sistema diferente: Un licenciatario de TV abierta al que se lo califica de “obligado”  será responsable de transmitir su programación digital y la de otros. Estos últimos, llamados “vinculados” compartirán su canal en otros segmentos disponibles y alcanzarían idéntica cobertura. Esta solución, aunque difícil de implementar, merece mi aprobación porque aunque el Estado disponga de recursos no sectarios para transmitir, la inversión necesaria para que los canales cabecera (u obligados) transmitan su propia programación se encuentra a su alcance y de hecho se está ya produciendo de manera experimental.
Sin embargo, el procedimiento adoptado por la mayoría oficialista del Directorio de la AFSCA para analizar y tomar las decisiones tendientes a implementar el nuevo sistema de televisión digital conserva la impronta prepotente de la conducción del gobierno. En efecto, durante meses desoyeron los pedidos de urgente tratamiento y aprobación del Plan Técnico de Frecuencias de Televisión Digital, formulados por los Directores representantes de la minoría parlamentaria, no obstante haber vencido largamente los plazos de la ley de medios.  Dicho plan que debe ser Nacional permitiría conocer el mapa de las frecuencias disponibles.   Transcurridos cinco años desde la creación del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre, repentinamente, en soledad y “ab referendum” del Directorio, el Presidente Sabbatella avanza en el camino de poner en marcha su proyecto de Plan Nacional de Servicios de Comunicación Audiovisual Digitales, para lo cual, con una celeridad que afecta a un amplio y reflexivo tratamiento del tema más importante de los medios audiovisuales para los próximos años, convoca a una audiencia pública –en el mínimo plazo autorizado- que le permita convalidar sus decisiones mediante el Decreto Presidencial respectivo. En ese Plan se fijan las condiciones para que los actuales titulares de licencias de TV abierta que transmiten en analógico se reconviertan a la nueva tecnología antes del 2019.
El Plan del gobierno para la migración a la TV digital, asume la escasez de frecuencias en el Area Metropolitana Buenos Aires (compartidas obligatoriamente con el Uruguay) como una regla exportable al resto del país, lo que constituye un grave error técnico y político. Es llamativa la ausencia de un programa de recuperación de frecuencias dispuestas con anterioridad  para otros fines, lo que permite predecir que la escasez de espacio y los compromisos con frecuencias autorizadas por este mismo gobierno a entes públicos y educativos en todo el territorio nacional no permite predecir con optimismo que se producirán incorporaciones a la pantalla de los esperados nuevos actores entre los que se cuentan las Universidades Nacionales y las organizaciones sin fines de lucro.  Un cierto grado de escepticismo es provocado por la improvisación respecto de las tan ansiadas novedades que se prometieron con motivo del debate sobre la Ley de Medios Audiovisuales
La mayoría oficialista en Afsca, aprobó en el Directorio una llamada “Norma Nacional de Servicios para el Servicio de Comunicación Audiovisual de la Televisión Digital Terrestre” que en sus 11 artículos deja más interrogantes que certezas sobre las modalidades operativas del servicio y finalmente otorga a la autoridad de aplicación facultades discrecionales que someten a los futuros prestadores al sometimiento a la administración.
La norma técnica elegida por la República Argentina, ISDB-T, tiene ciertas fortalezas que no se encuentran explotadas por la normativa en camino de aprobarse sin el debido análisis técnico. Una de ellas es el one-seg: Este segmento estrecho del canal radioeléctrico se encuentra previsto para que cada canal emita una programación destinada a dispositivos portables, típicamente celulares inteligentes.  Ellos reciben la programación comprimida y formateada para que los dispositivos puedan captarla sin consumo de pulsos telefónicos, ni bytes de internet.  Este servicio solamente podrá ser utilizado por los actuales canales analógicos, obligándolos a emitir por ese canal diferente los mismos contenidos  que  en la televisión convencional.     Esto contradice la promoción de nuevos contenidos y el desarrollo de nuevos oficios y actividades en la industria audiovisual, así como nos aleja de niveles más altos de interacción entre los usuarios y los medios de comunicación.
Sin pretender agotar la problemática y mientras se postergan sine die las adecuaciones a la Ley,  debo lamentar en público la estrechez de la conducción del Afsca que lejos de comprometerse seriamente con el objetivo de inaugurar en Argentina un servicio de televisión digital terrestre, sólo busca una guirnalda para adornar el festival con que el 10 de octubre pretenden festejar el quinto cumpleaños de una ley que no termina de nacer.


por Marcelo Stubrin 
Director AFSCA
Una versión comprimida fue publicada en El Cronista del 30/09/2014