jueves, 10 de noviembre de 2011

¿PARTIDO DOMINANTE?

Los resultados electorales de octubre han instalado una nueva escenografía. La idea del partido dominante y las comparaciones con el PRI que gobernó México durante sesenta años, sin embargo, y a pesar de las miradas ingenuas o escépticas, la realidad argentina ofrece interesantes matices que vale la pena considerar.
En los 28 años transcurridos desde la recuperación democrática, son muy pocos los argentinos que han permanecido fieles a un partido o candidato, por el contrario la sociedad, veleidosa y exigente busca combinar preferencias, afinidades y conveniencias inclinándose con libertad por opciones que mudan cada dos años de manera relevante. Si bien todos los partidos cuentan con un núcleo duro de seguidores, los estudios de opinión demuestran que la conquista del poder depende de la capacidad de capturar el voto de los independientes; éstos, el botín más preciado de cualquier contienda electoral, son dispares en sus motivaciones y constituyen un residual de múltiples orientaciones, típico de una sociedad heterogénea con marcados rasgos de modernidad y complejidad.
Si bien el peronismo constituye el grupo más compacto y numeroso, está plenamente demostrado que lejos de ser invencible, ha sido derrotado en varias oportunidades. Por lo tanto la constatación de que hay un partido dominante, no contiene evidencias sobre su invencibilidad. Cuentan que Creso último rey de Lidia mandó consultar al oráculo de Delfos ante el avance de Ciro el Grande de Persia, la respuesta fue que si conducía sus ejércitos hacia el este, destruiría un imperio. Así ocurrió, pero fue destruido el imperio del ingenuo Creso, cuyos oídos fueron alimentados por el equívoco.
Ahora bien, tampoco hay nada que asegure la inevitabilidad del cambio político, por lo tanto es falso que el cambio de gobierno se vaya a producir sólo por que la alternancia es conveniente o más democrática que la permanencia de un gobierno ratificado en el poder.
Así que el 10 de diciembre, cuando se instale el nuevo período de la Presidenta, una nueva época comenzará y a todos nos conviene no dar mucho crédito a las sibilas que profetizan equívocos y medias verdades.
Habrá una agenda del gobierno, el que enfrentará un mundo más hostil que el que disfrutó en los últimos años, frente a un electorado que se considera acreedor de las promesas de buen pasar que constituyeron parte del contrato celebrado el 23 de octubre; y en la vereda de enfrente, habrá otro mundo de ciudadanos, parlamentarios, gobernantes locales y líderes políticos que deberán superar su estupor y afrontar con seriedad múltiples dilemas para construir alternativas de gobierno.
El paisaje que se aprecia enfrente del gobierno es de una gran dispersión, pero cuando se levante el telón del nuevo período tendremos tres actores principales, a saber:
a) El Jefe de Gobierno de la Ciudad, titular y propietario de un partido personal con ramificaciones en un municipio vecino (Vicente López) y en la Provincia de Santa Fé, quien deberá elegir entre el espacio de centro derecha que ocupa su grupo parlamentario o la pertenencia al peronismo (versión Menem, Duhalde, Puerta) que lo introdujo en la política.
b) El Frente Amplio Progresista, que contiene fuerzas demasiado heterogéneas, gobernará la provincia de Santa Fe en condiciones de extrema debilidad producidas por una pirueta adversa que le produjo la boleta única, la que otorgó legislatura propia al Frente para la Victoria. Si bien obtuvo resultados auspiciosos en casi todas las grandes ciudades del país, su estructura nodal, el Partido Socialista es una organización aún incipiente en la mayoría de las provincias argentinas.
c) la Union Cívica Radical, con una arraigada presencia nacional, los más importantes bloques parlamentarios, la mayor cantidad de gobiernos locales después del oficialismo, equipos técnicos de gran prestigio y experiencia de gobierno, pero a pesar de que todas las características descriptas constituyen ventajas relativas, no está “condenado al éxito”, sino que por el contrario, su liderago está sometido a grandes desafíos organizacionales, programáticos y políticos.
Así es que la obra comenzará con un preludio de continuidades y rupturas frente a una nueva situación económica que no estará caracterizada por la abundancia y la holgura presupuestaria, sino que bien por el contrario someterá a varias pruebas de rigor y madurez al sistema político en su conjunto. El gobierno estrenará nuevas lógicas de administración mas parecidas a las del resto del mundo y la oposición será examinada diariamente según sea capaz de iluminar mejores soluciones.
Finalmente haré algunas consideraciones sobre el radicalismo. Como dijimos, su condición de partido paradigma de la política argentina no le asegura resultados favorables, al contrario debe trabajar por ellos combinando correctamente los tres vectores que constituyen su potencial, a saber:
1. Propuesta Nacional, es el partido político el que debe definir el programa, la propuesta de gobierno y la orientación estratégica. En este plano se aprecian atrasos, la conducción nacional del partido es débil organizativa y políticamente. (ver OPINIONES Y DEBATES marcelostubrin.blogspot.com “Partidos y Organizaciones Políticas: la UCR una propuesta” octubre 2008). Lo central es que el radicalismo consiste en una doctrina nacional cuya aplicación a cada circunstancia histórica debe ser llevada a cabo en un marco institucional compartido por todas sus expresiones. Los candidatos deben ser el resultado, el producto de ese debate enriquecedor. La práctica de los partidos norteamericanos en los cuales la Convención elige candidato a presidente y éste el candidato a vicepresidente y el programa, no es la deseada.
2. Los bloques parlamentarios construyen la práctica política cotidiana de los grandes problemas nacionales. Son el crisol en que se forjan los proyectos y se delinean las estrategias de oposición y de alianzas. Los elencos técnicos de asesoramiento deben estar al servicio del conjunto del partido y no a disposición personal de los actuales legisladores. El trabajo local del diputado o del senador representante de su provincia en el parlamento nacional, deben combinarse con su visión general de pertenencia al partido y a su disciplina. Este es el campo en el cual la UCR se encuentra mejor posicionada.
3. Los gobernantes locales. Este es un territorio difícil en un país en que los fondos públicos se manejan con discrecionalidad. No obstante, el radicalismo exhibe con orgullo experiencias extraordinarias de gobierno local, que demuestran que los argentinos votan con criterio independiente de las opciones políticas nacionales. Al mismo tiempo son laboratorios de formación de cuadros político-administrativos con valiosa experiencia de gestión. El problema que se aprecia es que el compromiso con la política nacional es una síntesis difícil de llevar a cabo. La complementación entre el brazo parlamentario y la conducción nacional ha sido más pacífica y constructiva que entre éstos y los gobernantes locales, los que sometidos a la impiadosa agenda de su gobernación o municipio suelen mirar la política desde el ángulo de sus necesidades cotidianas con cierto desapego a los dilemas de la política nacional.
Para terminar quiero dejar tres comentarios sucintos que prometo desarrollar mas adelante: una condena al fraccionalismo individualista típico de los partidos en crisis, una constatación de que los partidos sobreviven a los liderazgos estelares de carácter providencial, y por último el refuerzo a la idea de que hasta ahora el radicalismo fue el único capaz de vencer al peronismo en elecciones de libre concurrencia.

Por Marcelo Stubrin
para la revista Debate
Buenos Aires, noviembre de 2011