martes, 18 de noviembre de 2008

Asignatura pendiente: una o varias candidaturas

Mucho avanzamos desde el 3 de febrero de 2008 cuando la defección de Lavagna nos golpeó duro. No importa tanto si los avances fueron producto de la “virtud” o de la “fortuna”, lo importante es que ocurrieron.
Brillante desempeño de los bloques parlamentarios, aceptable Convención Nacional presidida por una gran figura cercana a nuestro corazón, magnífica conmemoración de los veinticinco años de la democracia en el Luna Park con una impresionante presencia juvenil.
Todo ello redundó en un alto reconocimiento de que sin el radicalismo organizado no hay batalla seria por el triunfo de la oposición. Entonces fuimos repentinamente considerados, estimados y ponderados por todo el arco opositor. El radicalismo se convirtió en una novia codiciada para concertar políticas y estrategias, ya sean programáticas o electorales.
No podemos menos que alegrarnos por esa nueva circunstancia que viene acompañada por la decadencia del gobierno y por apreciaciones más realistas de todo el arco opositor. Ahora bien, a no cantar victoria, que recién estamos en condiciones de empezar con los trabajos principales para poner nuestro partido a la altura de las necesidades del presente.

  • Hay que superar el localismo político y subordinar las estrategias particulares a la política nacional. Por mejores que sean nuestras administraciones locales, sin una política nacional el radicalismo carece de sentido. Nuestros padres fundadores se imaginaron a sí mismos gobernando la Argentina, ésa era su empresa “reparadora”. Esa es nuestra carta natal. Ocupar bancas es un medio para denunciar el régimen y proponerse la conquista del poder, no es el objetivo.
  • Necesitamos con urgencia programa y candidato o candidatos a presidente. Si de nuestro seno no surgen aspirantes a ocupar la presidencia de la nación, estamos condenados a no ser sustantivos en el proceso de desalojo del poder de esta extraña versión del camaleón justicialista.
  • Seremos mejores para nosotros y para nuestros probables aliados, si nos zambullimos en un fuerte debate sobre el programa y los candidatos. Eso no excluye las coaliciones, al contrario las potencia, las fortifica. No importa si nuestras referencias políticas de la época encabezarán, secundarán o acompañarán, esa será una decisión de la conducción política nacional, lo que no podemos hacer es auto proscribirnos de la competencia por la presidencia de la nación.
  • Nuestro principal capital político son los recursos humanos y políticos que disponemos. Ninguna otra fuerza política está en condiciones de exhibir tanta potencialidad y experiencia organizada. Quienes se fueron pueden volver y serán recibidos sin rencores y con los brazos abiertos, quienes nunca estuvieron pueden incorporarse y aportar desde un verdadero partido político. Quienes prefieran mantener sus nuevas identidades y coincidan con el programa serán aliados fraternos, no ponemos condiciones, pero confiamos más en las mujeres y hombres que están al frente de organizaciones que en las figuras destacadas y respetables que lucen en el firmamento político. Todos respetamos y admiramos a Lisandro de la Torre pero fue Irigoyen el constructor del partido radical y el conductor de la nación.
  • Muchas y muy graves circunstancias pueden sobrevenir, no estamos en condiciones de anticiparnos a todas, pero el camino a las elecciones de renovación parlamentaria del 2009 debe ser iluminado por un poderoso reflector que proponga un programa capaz de completar la democracia y respalde candidaturas capaces de llevarlas a cabo.
  • Con un gran respeto personal y político por las destacadas condiciones de los actuales presidenciables, creo que la proclamación de candidatos surgidos de las filas de la UCR, contribuirá al fortalecimiento de la empresa común. Cualquiera sea la fórmula resultante de las coincidencias opositoras, nuestro partido estará mejor con candidatos a Presidente levantando tribunas y recorriendo el país que sin ellos.

Para finalizar no puedo más que aludir a lo obvio, a lo que los lectores han pensado al recorrer estas pocas líneas: casi nadie conocía a Barack Obama dos años antes de la elección. Pero cuidado, esta alusión no debe entenderse en clave picaresca, muchos pueden representarnos en las presidenciales del 2011, trabajaremos para ellos con empeño y satisfacción sean o no los nominados por nuestro partido, pero en la democracia moderna una colectividad política del tamaño, la trayectoria y la representatividad de la UCR, no puede ceder anticipadamente la nominación presidencial.

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