martes, 25 de octubre de 2011

A FAVOR DEL DEBATE Y CONTRA EL OPORTUNISMO

Los resultados electorales que nos confinaron al tercer lugar de las preferencias populares, reclaman un debate profundo sobre el destino del partido que integramos.
Esta circunstancia, no es nueva. Aun si deliberadamente omitiésemos las consecuencias de la división del partido en 1957 junto con la desagradable proscripción del peronismo, no integramos el binomio más competitivo en 1995, en el 2003, ni en el 2007.
No encuentro, entonces la novedad. Es la tercera elección presidencial consecutiva que nos ubica fuera del podio.
Ahora bien, en este caso, se registran algunas diferencias relevantes:
• Hubo amplia competencia interna, con largos meses de debate público frente al partido y al conjunto de la sociedad.
• La competencia no fue necesaria porque dos de los tres contendientes se retiraron.
• Dos de los contrincantes se desafiaron a una elección interna abierta para el mes de abril que no se llevó a cabo.
• Nunca estuvo cerrado para nadie, ni siquiera para los que competirían en abril la posibilidad de presentarse a las PASO (primarias abiertas simultáneas y obligatorias).
• El candidato proclamado hizo toda su campaña centrado en la ratificación del Frente Cívico y Social, herramienta con la que competimos en las parlamentarias de 2009.
• Los otros dos candidatos, se pronunciaban por acuerdos más amplios que incluían claramente a Duhalde y a Macri, como reflejo político de la coalición parlamentaria opositora, bautizada como Grupo A.
• Binner y Stolbizer, resolvieron apoyar a Juez y a Solanas de manera explícita, a sabiendas que esto rompía la asociación y era insoportable para cualquier candidato radical.
• Alfonsín frente al abandono de los “socios naturales”, pactó con un sector del peronismo federal en la Provincia de Buenos Aires, siguiendo los consejos públicos de sus oponentes internos y frente a la evidente circunstancia de que no había candidatos propios de ningún sector interno que desearan la candidatura a Gobernador.
• El acuerdo, lejos de dar los resultados esperados, fue confuso y nada eficiente; sin embargo fue bien recibido por los líderes territoriales del partido, particularmente por los intendentes y candidatos a las principales comunas de la provincia.
• Quienes quisieron defender resultados locales alejándose de manera temeraria de la fórmula partidaria, también fueron arrastrados por la ola Cristinista, lo que demuestra que el fenómeno no era tan simple de confrontar y que tiene poco que ver con la alianza electoral de la Provincia de Buenos Aires.

Esta es la trama sucinta de lo ocurrido, bastante importante para iniciar el debate indispensable. Más productivo serán nuestros intercambios, en la medida que sean consistentes con las actitudes y los esfuerzos destinados a la reciente campaña electoral.
En La Nación de hoy Oscar Ozlak, acertadamente, distingue entre partidos y espacios políticos efímeros. Ese es el corazón del problema: Lejos de honrar y fortalecer la lógica de un gran partido político, muchos radicales mostraron debilidad y siguiendo la pobre estrategia de la Alianza con el Frepaso del 99, buscaron legitimidad por fuera de nuestras filas. Sin darse cuenta que los proyectos personales que pretenden gloria barata a costa de magullar el partido político que los formó, van quedando en el camino, intrascendentes y lastimosos, habiendo cumplido con la innoble tarea de hundir a los propios y ser insignificantes e inocuos para los enemigos que se prometían derrotar.
Acá está la herramienta para la transformación, la Union Cívica Radical, con la piel lastimada por la incomprensión interna y las tendencias a la autodestrucción, pero intacta para cumplir con los fines que le dieron origen y que el presente reclama.
Por Marcelo Stubrin

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